18/2/14

LAS OBRAS QUEDAN LA GENTE SE VA...


Una vez más compruebo que la mejor novela es la vida misma, la que uno mismo escribe con las decisiones que libremente toma y le convierten en protagonista, narrador o personaje secundario de su obra. Para algunos una novela de aventuras, para otros de terror, de ciencia ficción, romántica o simplemente realista.

La celebración de un nuevo aniversario conduce a una de mis alumnas a preguntar para qué "sirve" ese tipo de personas que renuncian a un proyecto elogiable y por tanto admirado y soñado por la mayoría de los mortales por otro que para muchos se presenta (aparentemente) frío y vacío de plenitud. A mi mente acude el ejemplo de alguien cercano, de mi familia, cuya renuncia a ese proyecto soñado años atrás por ella le ha proporcionado un corazón generoso, magnánimo, que entiende que siempre hay por quien vivir, y a quien amar. En unos días cumplirá un sueño aún mayor, un cambio de vida, país, cultura, trabajo que llevará consigo la transformación de vida en muchas personas del mundo oriental. Una apasionante novela de aventuras que se hace realidad gracias a una chica "normal" consciente de ser la protagonista de su vida, de su propia obra. Una obra que sin duda tendrá un final feliz. GRACIAS B.O.
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4/2/14

EL FINAL DE LA PELÍCULA

El amor y la muerte, el principio y el fin, los dos temas más recurrentes en la literatura universal. El final de la película en ocasiones no coincide con el anochecer del día, sino con ese cuento a mitad contar, esa oración que no llega a su fin, una mirada fija que ahora es absorta, una respiración que se suspende.
El recuerdo, en cambio, del amor y la muerte nunca terminan, no se alteran, no se entrecortan.  Un recuerdo que permite que la oración llegue a término y la paz inunde el espíritu hasta la eternidad.
Miguel D´Ors lo describe de esta manera.

POR UNA MUERTE
Uno se muere así, cuando tenía
un cigarro en la mano (que aparece
humeando, después, sobre el asfalto),
cuando había una letra pendiente, un libro abierto,
un cuento a medias (que los niños nunca
sabrán cómo termina);
uno se muere así, de golpe, abandonando
su ropa en el armario y sus asuntos
y su reloj parado en una hora
—la de la muerte en punto— (o sin pararse
y entonces es más triste todavía
porque lo ves seguir, infiel al amo),
y a lo mejor aún llega alguna carta
con las señas del muerto
y hace llorar de puro no saber...

Después de morir uno, mientras uno
está muriendo, se abre
una ferretería, pintan una fachada
y el muerto ya es ajeno, y todo nos lo aleja.

Las yerbas del olvido

empiezan a crecer sobre su tumba.
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