4/2/14

EL FINAL DE LA PELÍCULA

El amor y la muerte, el principio y el fin, los dos temas más recurrentes en la literatura universal. El final de la película en ocasiones no coincide con el anochecer del día, sino con ese cuento a mitad contar, esa oración que no llega a su fin, una mirada fija que ahora es absorta, una respiración que se suspende.
El recuerdo, en cambio, del amor y la muerte nunca terminan, no se alteran, no se entrecortan.  Un recuerdo que permite que la oración llegue a término y la paz inunde el espíritu hasta la eternidad.
Miguel D´Ors lo describe de esta manera.

POR UNA MUERTE
Uno se muere así, cuando tenía
un cigarro en la mano (que aparece
humeando, después, sobre el asfalto),
cuando había una letra pendiente, un libro abierto,
un cuento a medias (que los niños nunca
sabrán cómo termina);
uno se muere así, de golpe, abandonando
su ropa en el armario y sus asuntos
y su reloj parado en una hora
—la de la muerte en punto— (o sin pararse
y entonces es más triste todavía
porque lo ves seguir, infiel al amo),
y a lo mejor aún llega alguna carta
con las señas del muerto
y hace llorar de puro no saber...

Después de morir uno, mientras uno
está muriendo, se abre
una ferretería, pintan una fachada
y el muerto ya es ajeno, y todo nos lo aleja.

Las yerbas del olvido

empiezan a crecer sobre su tumba.
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